Por Juan Manuel Parada
Cansado de la miseria buscó en
el reino de las ideas una idea para vender; para algo le servirían tantas horas
de lectura y noches de reflexión. Entonces abrió su kiosco en plena avenida
comercio con un cartel hecho a mano: Ideas en Alquiler.
Tuvo tanta demanda que la
mayoría de veces, llegado el mediodía, se quedaba sin ideas.
Algunos no las devolvían; y otros más habilidosos las alquilaban, para alquilarlas más adelante. Un día alquiló sus últimas tres ideas a un filósofo en decadencia. Estaba triste por el colapso de su negocio, y adiós fama, adiós chicas; pero en ese momento llegó un General que había sido Dictador.
Algunos no las devolvían; y otros más habilidosos las alquilaban, para alquilarlas más adelante. Un día alquiló sus últimas tres ideas a un filósofo en decadencia. Estaba triste por el colapso de su negocio, y adiós fama, adiós chicas; pero en ese momento llegó un General que había sido Dictador.
–Déme una idea para gobernar de
nuevo.
Y la sola presencia de aquel
militar relamiéndose el bigote, pistola al cinto, le iluminó un rosario de
ideas con las que ambos saldrían ganando y la mayoría saldría perdiendo.
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