miércoles, 6 de mayo de 2009

FRAGMENTOS PARA UNA LECTURA

Con la mirada vuelta hacia el barrio, el poeta se libera de la crítica exquisita. Sin capa negra ni mirada triste, se emparranda con los suyos, vive sus sueños, ama a sus nenas; palpita en el alma de sus anhelos.
En Fragmentos para una memoria, El perro y la rana (2008), José Javier Sánchez amplia la visión de la ciudad, poetiza los suburbios, dando una lectura franca de las zonas populares en las que creció y cree, reconociéndose en ellos.

Allá arriba en los barrios de Caracas
El hambre es el sol y el firmamento
Los niños la espantan en la calle jugando fusilado callejero
Se le ocultan jugando al escondite,
En un papagayo la elevan al cielo.

Interesante lectura por estos días, donde ciudad se dibuja de los bordes hacia dentro: metro, bares, urbe… la negación de un más allá: el campo, la barriada, lo otro que nos hace Folk, el escritor cosmopolita, el moderno pues, huye del estigma, de lo local, y recogiendo el espíritu que trasciende, gira en círculos muchas veces, imitando o complaciendo, jugándole el juego a los paradigmas.

Es Fragmentos para una memoria un poemario valiente, fresco y valiente, que anhela y sonríe, que se ve el ombligo, que no resiente, porque:

Ojalá y esta calle se contente y deje colocarse de nuevo guirnaldas
Y reciba con beneplácito a los camiones de fruta y de gas

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Dios me juega al escondite
Se me oculta en las cuevas de la decepción
(…)
Pero simplemente es un juego
Tarde o temprano lo encuentro y al verle el rostro
(descubro en sus ojos mi rostro reflejado
lo abrazo, seco sus lágrimas y le digo que no huya
que yo estaré allí para acompañarlo.

Asume la escritura como un acto de Fe, de creencia profunda en la capacidad de los pueblos. Es también esta escritura una lectura nueva a lo que siempre fue víctima y victimario, leído desde el dolor, la explotación y el odio. En voz de José Javier, el loco sueña, la nena ríe, el hambre huye y aunque el malandro siga aspirando una parrilla allá en El Junquito, él le deja la puerta abierta, la mesa puesta y la mano amiga. Nos regala así una nueva visión del barrio, para nada demagógica, siempre alegre como ancestralmente hemos sido, solidaria y bochinchera, esa que sentada en la acera cose y descose el mundo, imagina universos más allá del puente, de la vía férrea y habla de tiempos mejores de hace tiempo, para escabullirse de la rutina.
Así, el poeta explora una estética soslayada, vista en diagonal históricamente y la canta con franqueza como buen sonero:

Dicen que Pabloco y Sanoja llegarán un poco tarde
Pero para la rumba y la vida siempre será temprano
También para otra pieza
(…)
ligaremos los tragos
todos haremos coro a Héctor y a Maelo
(…)
de nuevo se los juro
bailaré hasta el cansancio.
Es sábado en el barrio.
El barrio está de fiesta.

Yaritagua, 05 de mayo de 2009.

2 comentarios :

javier dijo...

Juan Manuel

Hermano

gracias mil

tremendo detalle
que buena tu mirada para estos mis versos
que son los versos de esds calles que alguna vez reclamaran que las he plagiado
pero no pierdo cuidado soy parte de ellas

nuevamente gracias

por tu compromiso con nosotros los noveles poetas

te espero en caracas

para ver si llegas al barrio con dan, german y las muchachas

saludos

y pendiente de decir salud

José Javier Sánchez

javier dijo...

Hola Juan Manuel.
Me retrato en tus palabras, realmente este poeta es voz viva del barrio, de la calle. Celebro tu gusto por lo cotidiano, por la realidad, cruda en algunos momentos, de este poemario. Se nos permite viajar por el amor, lo magico-religioso, los tragos, el trasnocho y en fin la vida.