Del LibroTaller: Caminos del Cuento o Contar de Súbito, por Juan Manuel Parada.
¿Alguna vez
te has preguntado qué extensión debería tener un cuento? La respuesta eficaz
para esta pregunta que por lo general aturde al escritor novel, surge luego de
leer El dinosaurio de Augusto
Monterroso y El perseguidor de
Cortázar. Ambos cuentos, considerados obras maestras del género van desde una
frase (el primero) a más de cien páginas (el segundo), lo que abre paso a una
afirmación importante: La dimensión del
texto no determina el género.
Lo que sí determina su condición es la economía. Desde la primera frase, el cuentista incorpora únicamente los elementos que motoricen su trama y coadyuven a generar el efecto que se plantea recrear en el lector. Veamos qué opina Monterroso al respecto:
Lo que sí determina su condición es la economía. Desde la primera frase, el cuentista incorpora únicamente los elementos que motoricen su trama y coadyuven a generar el efecto que se plantea recrear en el lector. Veamos qué opina Monterroso al respecto:
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien
palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio.
¿Y qué nos
refiere Cortázar?
El
cuento contemporáneo se propone como una máquina infalible destinada a cumplir
su misión narrativa con la máxima economía de medios.
Si bien la cita de Chejov con la que he comenzado este tema obedece a sus técnicas para las artes dramáticas, véase su profunda relación con estos dos planteamientos. Nada, para ellos, debe ser gratuito o meramente decorativo, desde sus primeras frases, el cuento debe avanzar de forma vertical en el espacio literario, sin distracciones inútiles, siempre en busca de lo que el autor tiene en la mira. Para ilustrar mejor este concepto les traigo la opinión de Horacio Quiroga:
Para
comenzar se necesita, en el noventa y nueve por ciento de los casos, saber a
dónde se va. La primera palabra
de un cuento -se ha dicho- debe ya estar escrita con miras al final.
Y continúa
Quiroga proponiendo un ejemplo:
Comienzo del cuento: "Silbando entre las pajas, el fuego invadía el campo, levantando grandes llamaradas..."
Comienzo del cuento: "Silbando entre las pajas, el fuego invadía el campo, levantando grandes llamaradas..."
Final de
cuento: "Allá
a lo lejos, tras el negro páramo calcinado, el fuego apagaba sus últimas
llamas..."
Como ves,
los cuatro autores coinciden en la importancia de moverse dentro del espacio
literario de un cuento, con la máxima economía de los recursos disponibles. Y
llegados a este punto surge otra pregunta ¿Por qué es tan importante la
renombrada economía si disponemos de diversos elementos tanto estructurales
como de lenguaje, por medio de los cuales podríamos conectarnos con el lector?
Recordemos que la eficacia de un cuento se fundamenta en la intensidad, es
decir en el grado de fuerza con que la historia avanza. Decía Cortázar:
Un
cuento no es malo por el tema, porque
en literatura no hay temas buenos ni temas malos, hay solamente un buen o un
mal tratamiento del tema. Un cuento es malo cuando se lo escribe sin esa
tensión que debe manifestarse desde las primeras palabras o escenas.
Recapitulemos
entonces, la condición esencial del cuento es la economía de recursos; el autor
debe avanzar sin digresiones para garantizar un movimiento infalible y
profundo, que le permita ganar por knockout, o en otras palabras: El cuentista debe avanzar
hacia el final acumulando toda la tensión posible, como si soplara un globo
hasta más no poder y luego lo soltara para que se desinfle, y este símil no se
refiere a finales efectistas o epifánicos, se trata de acumular tensión así el
final sea abierto o sugerente. Incorporar desde las primeras frases solo lo que
motorice la trama y apunte a recrear el efecto que se plantea con el relato,
evitando piruetas innecesarias, lenguaje efectista y trucos para impresionar
chicas. Lo que no se traduce necesariamente en ser lineal, previsible y
austero. Se trata de, aun en los casos más barrocos y experimentales, ser
preciso con el uso de elementos, es, como diría el cuentista español Ygnacio
Ferrando: Matemática pura con
alma, como esos relojes suizos donde cada engranaje tiene su sitio (y sólo ese
sitio) y cumple una función (y solo esa función).
Transcribiré
a continuación lo que me respondieran Gabriel Jiménez Emán y Luis Barrera
Linares a una pregunta que les realicé en torno a la economía de recursos:
G.J.E.:
En todo caso el cuento es el formato narrativo que se debe más a la precisión,
a expresar de manera contundente, sin ambages, sin retórica, sin afeites, la
condición interior y social del hombre, y no sólo del hombre: de los animales
(y lo animal) de los árboles, plantas, flora, cielo, universo, cosmos, muerte …
El cuento debe ser certero, no puede darse el lujo de desperdiciar nada y gana
cada vez más lectores sobre todo por eso, porque el lector de hoy ya no tiene
tiempo para perderse leyendo idioteces, para ir nadando en un río de palabras
innecesarias.
L.B.L: Con el advenimiento de la Internet se
han potenciado la fuerza del cuento y las exigencias para su escritura:
brevedad, contundencia, concentración, reducción al mínimo de los ripios u
otros elementos que perturben el desarrollo de lo que se desea contar. El
cuento tiene que ser una cuchillada infalible, certera, si quieres lograr que
su efecto llegue al lector y perdure en su memoria.
EJERCICIO:
1-Partiendo de alguna fotografía que de verdad te
impresione, desarrolla un relato breve, considerando los conceptos hasta acá
estudiados.
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