Del LibroTaller: Caminos del Cuento o Contar de Súbito, por Juan Manuel Parada.
¿Imaginas que Romeo y Julieta se conocen, se enamoran, se casan y mueren felizmente ancianos? ¡Aburrimiento total!
El cuento necesita pugna, conflicto, problemas; personas que se proponen conseguir algo y personas o circunstancias que se oponen a ello. Protagonistas y antagonistas. Allí radica la tensión de las historias.
Recordemos cómo en Pulp Fiction de Quentin Tarantino, se presenta un dilema al comienzo de la película, cuando una mujer intenta convencer a su pareja para atracar una licorería. Nos mantienen en vilo durante cuatro minutos, preguntándonos ¿logrará convencerlo? Hasta que deciden hacer tal robo, pero allí mismo, en el cafetín donde están y por iniciativa del hombre, a quien luego le tocó el papel de persuasor.
Como ves, lo explicado al comienzo de este capítulo se reduce acá de
forma visual. Es bueno destacar que los grandes cuentistas han hecho uso de
este diagrama aunque en diferentes versiones y en muchos casos de forma
inconciente, muchas veces intentando destruirlo. En Chéjov, por ejemplo, el
segmento BC no asciende tanto como en el caso de Poe y Quiroga, tampoco
Hemingway elevaba en demasía el punto C o giro dramático; sus técnicas, basadas
más en la atmósfera o tono, se fundamentaron en la intensidad interna del
relato, es decir, en su carácter introyectivo. Es por ello que en los cuentos
de los primeros conseguimos tramas intensas, meramente dramáticas y finales
efectistas (Corazón delator, Ligeia, El
almohadón de plumas), mientras que en los segundos, el efecto emerge de la
historia, de su tono o atmósfera, y los finales se presentan abiertos,
sugerentes (El estudiante, Las nieves del
Kilimanjaro).
Los primeros niños que vieron el promontorio oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron la ilusión de que era un barco enemigo. Después vieron que no llevaba banderas ni arboladura, y pensaron que fuera una ballena. Pero cuando quedó varado en la playa le quitaron los matorrales de sargazos, los filamentos de medusas y los restos de cardúmenes y naufragios que llevaba encima, y sólo entonces descubrieron que era un ahogado. (FÍJATE COMO EL AUTOR PRESENTA DESDE EL COMIENZO UNA SITUACIÓN ATRACTIVA PARA ENGANCHAR AL LECTOR, SE TRATA DE UN CADÁVER Y ESTO MOTIVA DIVERSAS INTERROGANTES, ¿QUIÉN ES EL MUERO? ¿CÓMO Y POR QUÉ LLEGÓ AHÍ? SIN EMBARGO NO HAY CONFLICTO, LOS NIÑOS SIGUEN JUGANDO, PARA ELLOS NO REPRESENTA NADA EXTRAORDINARIO. A ESTE NIVEL YA SABES QUE EL CUENTO ESTÁ AMBIENTADO EN UN PUEBLO COSTERO O PEQUEÑA ISLA DEL CARIBE, ADEMÁS YA ESTÁ CLARO QUE EL CUENTO GIRARÁ EN TORNO AL AHOGADO).
La
estructura del cuento, cercana a la del género dramático, exige, como afirmó
Aristóteles, un nudo o conflicto, es decir, el choque de dos fuerzas
antagónicas que hacen avanzar la trama hasta complicarla y resolverla. En la
medida que esta pugna crece, se incrementa la intensidad dramática y por ende la
tensión narrativa.
¿Imaginas
que en El Ahogado más hermoso del mundo,
de García Márquez, la llegada inesperada de un cadáver extremadamente grande y
bello no hubiera suscitado problemas en el pueblo? ¿Dónde estaría la tensión
del cuento? ¿De dónde surgiría el interés que nos mantiene hasta el final, sino
es de los múltiples dilemas que aparecen a lo largo de la historia y que ponen
a los personajes en situación de conflicto tanto internos como externos? O
imagina a un Don Quijote que sale en busca de aventuras y no consigue
obstáculos, es decir, los molinos de viento son en verdad molinos y no gigantes
a los que debe enfrentar.
¿Imaginas que Romeo y Julieta se conocen, se enamoran, se casan y mueren felizmente ancianos? ¡Aburrimiento total!
El cuento necesita pugna, conflicto, problemas; personas que se proponen conseguir algo y personas o circunstancias que se oponen a ello. Protagonistas y antagonistas. Allí radica la tensión de las historias.
En el cuento
La tristeza de Anton Chéjov, el
personaje principal, un cochero anciano y solitario, se propone comunicar el
profundo dolor que le causó la reciente muerte de su hijo y el relato se
desarrolla en función de cómo este personaje intenta hablarle a los pasajeros
sobre su estado de ánimo, sin lograrlo nunca.
Como
lectores, identificamos de manera inconciente los conflictos dentro de la
historia, en la medida que ciertas escena o situaciones nos suscitan preguntas
como éstas: ¿Logrará el cochero desahogar su tristeza con este pasajero? ¿Podrá
Julieta llegar antes que Romeo se envenene? ¿Convencerán las mujeres del pueblo
a sus hombres, para enterrar a Esteban con un funeral digno?
Pero sigamos
ilustrando este poderoso e importante aspecto tan definitivo para la creación
de un relato breve, aprendiendo ahora del discurso fílmico. Analiza cada escena
o incluso cada diálogo de cualquier película y verás cómo se plantea un
conflicto hasta para decidir si se va al cine o no, si se come italiano o se
cena en casa.
Recordemos cómo en Pulp Fiction de Quentin Tarantino, se presenta un dilema al comienzo de la película, cuando una mujer intenta convencer a su pareja para atracar una licorería. Nos mantienen en vilo durante cuatro minutos, preguntándonos ¿logrará convencerlo? Hasta que deciden hacer tal robo, pero allí mismo, en el cafetín donde están y por iniciativa del hombre, a quien luego le tocó el papel de persuasor.
Cuando el
cuentista no trabaja en función de esta premisa comienza relatos que no logra
concluir y en el mejor de los casos construye anécdotas planas, lineales y
aburridas que no le emocionan ni al él mismo.
Veamos de
forma gráfica cómo se constituye un cuento, apoyándonos en este ilustrativo
instrumento.
DIAGRAMA DE FREITAG
El escritor
mexicano Hernán Lara Zavala explica este diagrama de la siguiente manera:
Una línea horizontal, definida como el segmento AB,
corresponde a lo que sería la exposición introductoria o inicio de la trama.
Esta línea se continúa en un segmento BC, representado por una pendiente en
ascenso, que corresponde en términos narrativos a la complicación o desarrollo
del conflicto en la historia. El punto C representa el clímax o giro dramático
de la acción. El segmento CD, con pendiente en descenso, corresponde al
desenlace o resolución de la trama.
Ahora tratemos de interpretar esta gráfica de forma sencilla y
clarificadora y qué mejor para esto que tomar como ejemplo un cuento de Gabriel
García Márquez, a quien en este caso podríamos ubicar en la banda de Poe y
Quiroga.
El ahogado
más hermoso del mundo
Los primeros niños que vieron el promontorio oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron la ilusión de que era un barco enemigo. Después vieron que no llevaba banderas ni arboladura, y pensaron que fuera una ballena. Pero cuando quedó varado en la playa le quitaron los matorrales de sargazos, los filamentos de medusas y los restos de cardúmenes y naufragios que llevaba encima, y sólo entonces descubrieron que era un ahogado. (FÍJATE COMO EL AUTOR PRESENTA DESDE EL COMIENZO UNA SITUACIÓN ATRACTIVA PARA ENGANCHAR AL LECTOR, SE TRATA DE UN CADÁVER Y ESTO MOTIVA DIVERSAS INTERROGANTES, ¿QUIÉN ES EL MUERO? ¿CÓMO Y POR QUÉ LLEGÓ AHÍ? SIN EMBARGO NO HAY CONFLICTO, LOS NIÑOS SIGUEN JUGANDO, PARA ELLOS NO REPRESENTA NADA EXTRAORDINARIO. A ESTE NIVEL YA SABES QUE EL CUENTO ESTÁ AMBIENTADO EN UN PUEBLO COSTERO O PEQUEÑA ISLA DEL CARIBE, ADEMÁS YA ESTÁ CLARO QUE EL CUENTO GIRARÁ EN TORNO AL AHOGADO).
Habían jugado con él toda la tarde,
enterrándolo y desenterrándolo en la arena, cuando alguien los vio por
casualidad y dio la voz de alarma en el pueblo. Los hombres que lo cargaron
hasta la casa más próxima notaron que pesaba más que todos los muertos
conocidos, casi tanto como un caballo, y se dijeron que tal vez había estado
demasiado tiempo a la deriva y el agua se le había metido dentro de los huesos (ESTE DETALLE, JUNTO CON LA MIRADA DE LOS NIÑOS QUE
LO CONFUNDIERON CON UN BARCO O BALLENA, NOS VA ABONANDO EL TERRENO SICOLÓGICO
PARA LO QUE SÍ SERÁ EL ELEMENTO DESENCADEANTE DE LA TRAMA). Cuando lo tendieron en el suelo vieron que había
sido mucho más grande que todos los hombres, pues apenas si cabía en la casa,
pero pensaron que tal vez la facultad de seguir creciendo después de la muerte
estaba en la naturaleza de ciertos ahogados. Tenía el olor del mar, y sólo la
forma permitía suponer que era el cadáver de un ser humano, porque su piel
estaba revestida de una coraza de rémora y de lodo.
No tuvieron que limpiarle la cara para
saber que era un muerto ajeno. El pueblo tenía apenas unas veinte casas de
tablas, con patios de piedras sin flores, desperdigadas en el extremo de un
cabo desértico. La tierra era tan escasa, que las madres andaban siempre con el
temor de que el viento se llevara a los niños, y a los muertos que les iban
causando los años tenían que tirarlos en los acantilados. Pero el mar era manso
y pródigo, y todos los hombres cabían en siete botes. Así que cuando se
encontraron el ahogado les bastó con mirarse los unos a los otros para darse
cuenta de que estaban completos.
Aquella
noche no salieron a trabajar en el mar. Mientras los hombres averiguaban si no
faltaba alguien en los pueblos vecinos, las mujeres se quedaron cuidando al
ahogado (CONTINÚA LA PRESENTACIÓN: YA SABEMOS QUE EL PUEBLO
ES PEQUEÑO, COSTERO Y HUMILDE Y QUE ADEMÁS DEL MUERTO NO HAY OTRO PERSONAJE
UNITARIO SINO QUE HOMBRES Y MUJERES ACTÚAN COMO DOS COROS).
Le quitaron
el lodo con tapones de esparto, le desenredaron del cabello los abrojos
submarinos y le rasparon la rémora con fierros de desescamar pescados. A medida
que lo hacían, notaron que su vegetación era de océanos remotos y de aguas
profundas, y que sus ropas estaban en piltrafas, como si hubiera navegado por
entre laberintos de corales. Notaron también que sobrellevaba la muerte con
altivez, pues no tenía el semblante solitario de los otros ahogados del mar, ni
tampoco la catadura sórdida y menesteroso de los ahogados fluviales. Pero solamente cuando acabaron de limpiarlo
tuvieron conciencia de la clase de hombre que era, y entonces se quedaron sin
aliento. No sólo era el más alto, el más fuerte, el más viril y el mejor armado
que habían visto jamás, sino que todavía cuando lo estaban viendo no les cabía
en la imaginación. (ACÁ SÍ COMIENZA
EL CONFLICTO, EL HOMBRE ES UN GIGANTE, UN SER EXTRAORDINARIO, YA EL HECHO DE
QUE SEA UN CADÁVER NO ES EL PROBLEMA A RESOLVER, SINO SU FÍSICO DESCOMUNAL.
FÍJATE TODO LO QUE DEBEN SOLVENTAR DE ACÁ EN ADELANTE. Y LO MAGISTRAL DEL GABO
ES CÓMO DESDE UN PRINCIPIO NOS VIENE DOSIFICANDO EL HECHO PARA QUE SEA
VEROSÍMIL Y NO NOS TOME POR SORPRESA. RECUERDA CUANDO LO CONFUDIERON CON UNA
BALLENA O BARCO. AHORA SURGE LA PREGUNTA DRAMÁTICA ¿QUÉ HARÁN LOS HABITANTES
DEL PUEBLO PARA RESOLVER EL PROBLEMA DEL CADÁVER GIGANTE? ¿PODRÁN LOGRARLO?)
No encontraron
en el pueblo una cama bastante grande para tenderlo ni una mesa bastante sólida
para velarlo. No le vinieron los pantalones de fiesta de los hombres más altos,
ni las camisas dominicales de los más corpulentos, ni los zapatos del mejor
plantado.
(CRECE EL CONFLICTO EN LA
MEDIDA QUE SURGEN TRABAS PARA ATENDER AL GIGANTE MUERTO)
Fascinadas
por su desproporción y su hermosura, las mujeres decidieron entonces hacerle
unos pantalones con un pedazo de vela cangreja, y una camisa de bramante de
novia, para que pudiera continuar su muerte con dignidad. Mientras cosían
sentadas en círculo, contemplando el cadáver entre puntada y puntada, les
parecía que el viento no había sido nunca tan tenaz ni el Caribe había estado
nunca tan ansioso como aquella noche, y suponían que esos cambios tenían algo
que ver con el muerto. Pensaban que si aquel hombre magnífico hubiera vivido en
el pueblo, su casa habría tenido las puertas más anchas, el techo más alto y el
piso más firme, y el bastidor de su cama habría sido de cuadernas maestras con
pernos de hierro, y su mujer habría sido la más feliz. Pensaban que habría
tenido tanta autoridad que hubiera sacado los peces del mar con sólo llamarlos
por sus nombres, y habría puesto tanto empeño en el trabajo que hubiera hecho
brotar manantiales de entre las piedras más áridas y hubiera podido sembrar
flores en los acantilados. Lo compararon en secreto con sus propios hombres,
pensando que no serían capaces de hacer en toda una vida lo que aquél era capaz
de hacer en una noche, y terminaron por repudiarlos en el fondo de sus
corazones como los seres más escuálidos y mezquinos de la tierra. (SE
AGUDIZA EL CONFLICTO, LAS MUJERES, EN SUS FANTASÍAS, COMIENZAN A DESPRECIAR A
SUS PROPIOS HOMBRES) Andaban
extraviadas por esos dédalos de fantasía, cuando la más vieja de las mujeres,
que por ser la más vieja había contemplado al ahogado con menos pasión que
compasión, suspiró:
—Tiene cara de llamarse Esteban.
Era verdad. A la mayoría le bastó con
mirarlo otra vez para comprender que no podía tener otro nombre. Las más
porfiadas, que eran las más jóvenes, se mantuvieron con la ilusión de que al
ponerle la ropa, tendido entre flores y con unos zapatos de charol, pudiera
llamarse Lautaro. Pero fue una ilusión vana. El lienzo resultó escaso, los
pantalones mal cortados y peor cosidos le quedaron estrechos, y las fuerzas
ocultas de su corazón hacían saltar los botones de la camisa. Después de la
media noche se adelgazaron los silbidos del viento y el mar cayó en el sopor
del miércoles. El silencio acabó con las últimas dudas: era Esteban. Las
mujeres que lo habían vestido, las que lo habían peinado, las que le habían
cortado las uñas y raspado la barba no pudieron reprimir un estremecimiento de
compasión cuando tuvieron que resignarse a dejarlo tirado por los suelos. Fue
entonces cuando comprendieron cuánto debió haber sido de infeliz con aquel
cuerpo descomunal, si hasta después de muerto le estorbaba. Lo vieron condenado
en vida a pasar de medio lado por las puertas, a descalabrarse con los
travesaños, a permanecer de pie en las visitas sin saber qué hacer con sus
tiernas y rosadas manos de buey de mar, mientras la dueña de casa buscaba la
silla más resistente y le suplicaba muerta de miedo siéntese aquí Esteban,
hágame el favor, y él recostado contra las paredes, sonriendo, no se preocupe
señora, así estoy bien, con los talones en carne viva y las espaldas escaldadas
de tanto repetir lo mismo en todas las visitas, no se preocupe señora, así
estoy bien, sólo para no pasar vergüenza de desbaratar la silla, y acaso sin
haber sabido nunca que quienes le decían no te vayas Esteban, espérate siquiera
hasta que hierva el café, eran los mismos que después susurraban ya se fue el
bobo grande, qué bueno, ya se fue el tonto hermoso. Esto pensaban las mujeres
frente al cadáver un poco antes del amanecer. Más tarde, cuando le taparon la
cara con un pañuelo para que no le molestara la luz, lo vieron tan muerto para
siempre, tan indefenso, tan parecido a sus hombres, que se les abrieron las
primeras grietas de lágrimas en el corazón. Fue una de las más jóvenes la que
empezó a sollozar. Las otras, asentándose entre sí, pasaron de los suspiros a
los lamentos, y mientras más sollozaban más deseos sentían de llorar, porque el
ahogado se les iba volviendo cada vez más Esteban, hasta que lo lloraron tanto
que fue el hombre más desvalido de la tierra, el más manso y el más servicial,
el pobre Esteban. Así que cuando los hombres volvieron con la noticia de que el
ahogado no era tampoco de los pueblos vecinos, ellas sintieron un vacío de
júbilo entre las lágrimas.
—¡Bendito sea Dios —suspiraron—: es
nuestro!
Los hombres creyeron que aquellos
aspavientos no eran más que frivolidades de mujer. Cansados de las tortuosas
averiguaciones de la noche, lo único que querían era quitarse de una vez el
estorbo del intruso antes de que prendiera el sol bravo de aquel día árido y
sin viento. (MIRA CÓMO SURGE
OTRO PROBLEMA EN ESTE PUNTO. LAS MUJERES SE ENCARIÑARON CON ESTEBAN Y LOS
HOMBRES, CANSADOS, QUIEREN LIBRARSE DE ESE CADÁVER SIN DUEÑO, LA PREGUNTA ACÁ
ES: ¿ESTARÁ LA VOLUNTAD DE LOS HOMBRES POR ENCIMA DE LA DE LAS MUJERES?) Improvisaron unas angarillas con restos de
trinquetes y botavaras, y las amarraron con carlingas de altura, para que
resistieran el peso del cuerpo hasta los acantilados. Quisieron encadenarle a
los tobillos un ancla de buque mercante para que fondeara sin tropiezos en los
mares más profundos donde los peces son ciegos y los buzos se mueren de
nostalgia, de manera que las malas corrientes no fueran a devolverlo a la
orilla, como había sucedido con otros cuerpos. Pero mientras más se
apresuraban, más cosas se les ocurrían a las mujeres para perder el tiempo.
Andaban como gallinas asustadas picoteando amuletos de mar en los arcones, unas
estorbando aquí porque querían ponerle al ahogado los escapularios del buen
viento, otras estorbando allá para abrocharse una pulsera de orientación, y al
cabo de tanto quítate de ahí mujer, ponte donde no estorbes, mira que casi me
haces caer sobre el difunto, a los hombres se les subieron al hígado las
suspicacias y empezaron a rezongar que con qué objeto tanta ferretería de altar
mayor para un forastero, si por muchos estoperoles y calderetas que llevara
encima se lo iban a masticar los tiburones, (ASCIENDE
EL SEGMENTO BC, AHORA LOS HOMBRES, ADEMÁS DE RESOLVER EL PROBLEMA DEL GIGANTE
MUERTO, ESTÁN CELOSOS) pero ellas
seguían tripotando sus reliquias de pacotilla, llevando y trayendo, tropezando,
mientras se les iba en suspiros lo que no se les iba en lágrimas, así que los
hombres terminaron por despotricar que de cuándo acá semejante alboroto por un
muerto al garete, un ahogado de nadie, un fiambre de mierda. Una de las
mujeres, mortificada por tanta insolencia, le quitó entonces al cadáver el
pañuelo de la cara, y también los hombres se quedaron sin aliento. (LLEGADA AL PUNTO C, AL GIRO DRAMÁTICO, FÍJATE QUE
YA TODOS EN EL PUEBLO ESTÁN CONMOVIDOS POR ESTEBAN ¿QUIEN NO?)
Era Esteban.
No hubo que repetirlo para que lo reconocieran. Si les hubieran dicho Sir Walter
Raleigh, quizás, hasta ellos se habrían impresionado con su acento de gringo,
con su guacamayo en el hombro, con su arcabuz de matar caníbales, pero Esteban
solamente podía ser uno en el mundo, y allí estaba tirado como un sábalo, sin
botines, con unos pantalones de sietemesino y esas uñas rocallosas que sólo
podían cortarse a cuchillo. Bastó con que le quitaran el pañuelo de la cara
para darse cuenta de que estaba avergonzado, de que no tenía la culpa de ser
tan grande, ni tan pesado ni tan hermoso, y si hubiera sabido que aquello iba a
suceder habría buscado un lugar más discreto para ahogarse, (GENIAL COMO EL GABO REAFIRMA ESTE PUNTO Y ELEVA AÚN
MÁS EL EFECTO DRAMÁTICO) en serio,
me hubiera amarrado yo mismo un áncora de galón en el cuello y hubiera trastabillado
como quien no quiere la cosa en los acantilados, para no andar ahora estorbando
con este muerto de miércoles, como ustedes dicen, para no molestar a nadie con
esta porquería de fiambre que no tiene nada que ver conmigo. Había tanta verdad
en su modo de estar, que hasta los hombres más suspicaces, los que sentían
amargas las minuciosas noches del mar temiendo que sus mujeres se cansaran de
soñar con ellos para soñar con los ahogados, hasta ésos, y otros más duros, se
estremecieron en los tuétanos con la sinceridad de Esteban.
Fue así como le hicieron los funerales
más espléndidos que podían concebirse para un ahogado expósito (SE INICIA EL SEGMENTO CD, LA RESOLUCIÓN, TODOS EN
EL PUEBLO SE APROPIAN DEL AHOGADO, LO AMAN Y DECIDEN RESOLVER EL PROBLEMA
HACIÉNDOLE EL FUNERAL MÁS APOTEÓSICO DEL MUNDO. MIRA CÓMO VA CONCLUYENDO EL
CUENTO, CON FRASES QUE UNA A UNA HASTA EL FINAL VAN ACUMULANDO UN EFECTO DE
NOSTALGIA, DE AMOR HACIA ESTEBAN Y HASTA DE ORGULLO ). Algunas mujeres que habían ido a buscar flores en
los pueblos vecinos regresaron con otras que no creían lo que les contaban, y
éstas se fueron por más flores cuando vieron al muerto, y llevaron más y más,
hasta que hubo tantas flores y tanta gente que apenas si se podía caminar. A
última hora les dolió devolverlo huérfano a las aguas, y le eligieron un padre
y una madre entre los mejores, y otros se le hicieron hermanos, tíos y primos,
así que a través de él todos los habitantes del pueblo terminaron por ser
parientes entre sí. Algunos marineros que oyeron el llanto a distancia
perdieron la certeza del rumbo, y se supo de uno que se hizo amarrar al palo
mayor, recordando antiguas fábulas de sirenas. Mientras se disputaban el
privilegio de llevarlo en hombros por la pendiente escarpada de los acantilados,
hombres y mujeres tuvieron conciencia por primera vez de la desolación de sus
calles, la aridez de sus patios, la estrechez de sus sueños, frente al
esplendor y la hermosura de su ahogado. Lo soltaron sin ancla, para que
volviera si quería, y cuando lo quisiera, y todos retuvieron el aliento durante
la fracción de siglos que demoró la caída del cuerpo hasta el abismo. No tuvieron
necesidad de mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que ya no
estaban completos, ni volverían a estarlo jamás. Pero también sabían que todo
sería diferente desde entonces, que sus casas iban a tener las puertas más
anchas, los techos más altos, los pisos más firmes, para que el recuerdo de
Esteban pudiera andar por todas partes sin tropezar con los travesaños, y que
nadie se atreviera a susurrar en el futuro ya murió el bobo grande, qué
lástima, ya murió el tonto hermoso, porque ellos iban a pintar las fachadas de
colores alegres para eternizar la memoria de Esteban, y se iban a romper el
espinazo excavando manantiales en las piedras y sembrando flores en los
acantilados, para que los amaneceres de los años venturos los pasajeros de los
grandes barcos despertaran sofocados por un olor de jardines en altamar, y el
capitán tuviera que bajar de su alcázar con su uniforme de gala, con su
astrolabio, su estrella polar y su ristra de medallas de guerra, y señalando el
promontorio de rosas en el horizonte del Caribe dijera en catorce idiomas:
miren allá, donde el viento es ahora tan manso que se queda a dormir debajo de
las camas, allá, donde el sol brilla tanto que no saben hacia dónde girar los
girasoles, sí, allá, es el pueblo de Esteban.
EJERCICIO:
1-Desarrolla un cuento breve tomando en cuenta el
diagrama de Freitag. Cuando parezca que ya es necesario resolver el conflicto,
agudízalo un poco más y de inmediato resuelve.
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