Solía escribir mi nombre en los
buscadores de Internet con la esperanza de encontrar una noticia que le diera
un vuelco a mi vida. Durante meses fue una búsqueda infructuosa, pero tenaz,
hasta que un día comencé a aparecer en los listados de Google. Firmé contratos
editoriales, gané premios literarios, viajé por toda Latinoamérica, fui
traducido y adaptado al cine… cada día el listado de noticias sobre mí crecía
con intensidad y me reseñaban las más prestigiosas páginas del mundo. Dediqué
el resto de mi vida a revisar los éxitos de mi otra vida en Google, hasta
aquella madrugada en la que más de tres millones de páginas Web reseñaron la
noticia de mi fatídica muerte.
Por Juan Manuel Parada
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