sábado, 3 de enero de 2015

LA MALINCHE

Por Juan Manuel Parada.
Dice la leyenda que esta mujer absorbía los idiomas por el sexo. Desde niña recorrió el mundo a bordo de un barco mercante donde conoció hombres de todos los confines, a quienes sedujo con sus ojos negros para beberles la lengua. El capitán dependía de sus favores tras la llegada a los puertos, y ella, luego de entregar su cuerpo al primer sujeto en el muelle, resolvía los asuntos comerciales de la embarcación e incluso les servía de traductora con las mujeres nocturnas de la taberna.
La Malinche, como le decía el marinero mexicano que me contó esta historia, era la verdadera capitana del barco. La veneraban como a una diosa y la coronaban con las más estrafalarias joyas por haberles hecho ricos y saciar sus apetitos carnales con exóticas mujeres. 
Un día encallaron en aquella isla donde la lengua era tan remota que se escribía sobre piedras y se hablaba con sonidos guturales. Era un pueblo rico en oro, cuyas mujeres hermosas se paseaban semidesnudas con el sol brillando en sus ojos. 
La Malinche rehusó acostarse con el joven cacique de aquella tribu y ordenó partir de inmediato. La tripulación enloqueció de furia, viendo quedar atrás tanta riqueza y tanta pasión, pero ella, con la sabiduría adquirida a través de tanta lengua y tanta cama, prefirió no conocer el idioma del único hombre al que podría amar.

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