Por Juan Manuel Parada
Un hombre o una mujer, girando en
torno a los libros, descubriéndose a sí mismo en la historia escrita, en la
literatura, en el poema, es más peligroso para el imperio que sus miles de
bombas y su comida chatarra.
Le lectura, como un hecho
liberador, es pilar fundamental en la formación de la sociedad socialista, la
nueva, la que se sustenta en valores de igualdad, amor y respeto por el
planeta.
Cuando alguien aprende a leer, es
decir, a discernir entre la mentira y la verdad, sube un peldaño en la escala
humana, deja de ser instrumento del abuso hacia sí mismo para comenzar a ver
con los ojos bien abiertos, sintiendo el dolor ajeno como suyo, y se revela
porque sabe, conoce y crea.
La autodeterminación de los pueblos
está signada por un profundo estado de conciencia crítica, esa que mana del
buen libro, del libro escrito desde las entrañas populares.
Hoy día, cuando vemos a una
Venezuela que lee y escribe, que atraviesa decidida el muro de la mentira
mediática, libro en mano, nos llenamos de esperanza porque sabemos que allí
radica el verdadero proceso de independencia, de liberación cultural.
Los miles de libros y revistas que
a diario se editan en este país, desde las editoriales del Estado y las
alternativas, son producto de una realidad que demanda el saber, el debate y la
investigación. Es un mito que acá no se lee. Basta oír declaraciones de
nuestros líderes de base para detectar el pensamiento de Bolívar, del Che, de
Galeano y eso es posible a través de la lectura de contenidos de calidad.
Poetas como Víctor Valera Mora están resurgiendo desde las páginas muertas
donde fueron condenados por el sistema privado. Ludovico Silva reaparece en las
vitrinas de las Librerías del Sur. Los Miserables, Don Quijote y los cientos de
nuevos poetas, narradores, ensayistas y dramaturgos que se dan a conocer desde
programas como Cada día un Libro, Historias de Barrio Adentro y las diversas
colecciones de Monte Ávila, FUNDARTE, El perro y la rana y el Sistema Nacional
de Imprentas.
Venezuela es una fiesta permanente
del libro y la lectura, acá el libro se está haciendo un hecho cotidiano. Aquel
pedestal sagrado donde fue confinado por las élites intelectuales ha sido
derruido por la voluntad política de un proceso que decidió empoderar al
pueblo. Y vemos, con el festival Mundial de Poesía, a escritores de todo el
mundo paseándose por nuestras calles, leyendo en espacios que antes fueron
negados al hecho creador, así como editoriales que cada año se agrupan en la
Feria Internacional del Libro.
Sí, somos resistencia desde el
poema, rescatamos la memoria desde el texto creador y miramos el mundo con otra
mirada, lectura crítica que va más allá de lo evidente, que cuestiona, piensa y
se piensa.
Se están abriendo las puertas para
que pase el hombre y la mujer nueva, para que fundemos una nueva patria, la
chica y la grande, y como sabemos que al imperio le duele, lo hacemos con más
fuerza, seguimos leyendo, escribiendo y publicando, seguimos llenando la calle
de libros, las mesas, las bolsas.
En cada uno de nosotros está la
responsabilidad de darle continuidad a este proceso, apropiándonos de proyectos
como el Plan Revolucionario de Lectura, Las Bibliotecas Populares para los
Consejos Comunales, la revista A
plena Voz, Todos Adentro, la Casa de Bello… esos espacios nos pertenecen, pero
también nos convocan con la urgencia del combate.
Que siga la fiesta de la lectura,
entendiendo que es el camino más seguro para lograr la victoria en esta lucha
contra el consumo extravagante, contra la explotación del hombre y la mujer y
contra el orden mundial que enarbola el dinero como el Dios de las Cosas,
porque privatizó el universo desde el Pentágono.
Miembro del a Red de Escritoras y Escritores por el ALBA
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