Por Juan Manuel Parada
1-Que alguien me explique ¿Qué es una ciudad?
1-Que alguien me explique ¿Qué es una ciudad?
La ciudad, luego del lenguaje, es el hecho cultural
más importante. A través del lenguaje el ser humano configuró un sistema de
códigos visuales y verbales que le ha permitido interactuar para constituirse
en comunidades altamente organizadas, es decir, en sociedades. Por su parte, la
ciudad, es el espacio donde estas sociedades se han asentado en la búsqueda de
satisfacer sus necesidades colectivas y expresar sus sueños comunes. Se podría
decir, entonces, que la ciudad es un
fenómeno colectivo, desarrollado a lo largo de la historia, por hombres y
mujeres que se agrupan en un espacio territorial, y se unifican en torno a códigos
culturales que le permiten avanzar hacia el futuro compartiendo un proyecto de
vida.
Una ciudad configura el comportamiento de sus
habitantes y, a la vez, sus habitantes son autores de la composición
morfológica y el funcionamiento de la ciudad. En esta relación recíproca se va
desarrollando una sociedad, donde cada generación hace sus aportes y va dejando
huellas a lo largo del tiempo; es lo que podría llamarse el patrimonio. Una ciudad es el tiempo y el espacio donde
se expresa una cultura. Una ciudad es cultura en todas sus expresiones.
La cultura se genera en un proceso lento, histórico,
que surge de las relaciones humanas en estado puro, sin embargo, en algunos
puntos de ese desarrollo se impone la fuerza de algún ente superior que incide
de manera profunda en la sociedad. Por ejemplo, los dictámenes legales y las
acciones de un estado, o la naturaleza y sus fenómenos. Se podría concluir que
es un proceso dialéctico, permanente, del que nace un orden cósmico.
En
ese sentido, lo que hoy día es el comportamiento natural de la sociedad ha
surgido de alguno de estos dos elementos o de la suma de los dos en la marcha
de la historia. Una ciudad, por ejemplo, surgida en torno al río Portuguesa,
expresa una cultura distinta a otra que surge en torno a una refinería o
empresa petrolera. Su urbanismo, su comida, y su funcionamiento, tendrán íntima
relación con su entorno físico. Tampoco es la misma ciudad aquella que durante
décadas sostuvo su economía en base a la explotación de la pesca de arrastre y
luego es sometida a una ley que impide dicha práctica comercial. Un terremoto
de un minuto puede cambiar para siempre a una ciudad de doscientos años.
Dicho en términos concretos, una ciudad (vista como expresión cultural de
un colectivo), es resultado natural del comportamiento de su pueblo a lo largo
de la historia, de las acciones que resuelva el estado y de los fenómenos
naturales de su entorno.
2- A falta de Políticas de Estado, se impone la Ley del Mercado.
2- A falta de Políticas de Estado, se impone la Ley del Mercado.
Barquisimeto, por tomar una referencia, ha venido
experimentando una transformación progresiva en términos de funcionamiento e
incluso de comportamiento social. Desde la construcción del C.C. Sambil, la
ciudad se ha venido configurando en torno a ese espacio. La zona llamada
Triángulo del Este, pasó de ser un solar vacío a ser unos de los epicentros de
la vida pública. Es el Sambil, hoy día, uno de los espacios más atractivos para
el encuentro de los ciudadanos sin distingo de clases sociales; y es el
Triángulo del Este uno de los terrenos más cotizados de centro-occidente para
construir modernas edificaciones. Todo esto desde una perspectiva comercial,
capitalista, que va borrándole el rostro a la Barquisimeto del cuatro, del
cocuy, del chivo y de la gente… esa Barquisimeto guara de profundas raíces
históricas que está siendo sometida a un terrible proceso de culturicidio.
En contraparte a este fenómeno inducido por el
gobierno local de Lara y la mano invisible del mercado, está la referencia de
Caracas, donde se ha venido rescatando, en el marco de un plan estratégico, el centro
de la ciudad. Caracas toma un nuevo sentido. Lo que antes fuera el espacio de
la buhonería, la oscuridad, el crimen y la desidia urbana, es ahora café,
bares, librerías, patrimonio arquitectónico, museos, teatros y bulevares. La
ciudad se mueve hacia el centro, volviéndose éste, nuevamente, el gran espacio
de la vida pública, del encuentro, de la convivencia sana. Las y los ciudadanos
retoman su derecho a una ciudad digna y la viven a plenitud, reencontrándose
con la historia que abrigan la casa del Libertador, El teatro Principal, la
Casa del Vínculo, la Plaza Bolívar, la Catedral… en equilibrio con los parques,
jardines y también, por qué no, centros comerciales, en un despliegue de
oportunidades que hace más democrática la vida de cada persona.
Estos ejemplos denotan cómo incide el gobierno en la configuración
de una ciudad, para bien vivir o para mal vivir. Por eso decimos: a falta de políticas del estado, se impone
la ley del mercado, y ésta generalmente va en detrimento de las y los
ciudadanos.
En una ciudad sin ordenamiento ni políticas concretas que
coloquen al ser humano como su eje estratégico, se obstaculiza el surgimiento
de una cultura para el Buen Vivir, cuyos valores orbitan en torno a la
solidaridad, el respeto, la igualdad, la tolerancia, la justicia social; por el
contrario, impera el caos y se agudiza la búsqueda del bienestar individual por
encima de lo colectivo. Es así como lo determina la ley del mercado.
En conclusión, desde una perspectiva revolucionaria,
una ciudad ordenada para la gente (y no para las cosas o el capital) es derecho
fundamental de las y los ciudadanos, ya que es el escenario donde se desarrolla
la sociedad y se perpetúa la existencia humana. Por lo tanto, es deber del estado
y de todas las instancias de gobierno garantizar Ciudades para el Buen Vivir,
es decir, ciudades cuyo centro sea la vida plena en armonía, la felicidad
colectiva, el óptimo funcionamiento de los servicios públicos, viviendas
dignas, oferta cultural, productiva y recreativa.
3- ¿Y qué aportamos nosotros para lograr ese Buen Vivir? Se pregunta el sabio pueblo.
3- ¿Y qué aportamos nosotros para lograr ese Buen Vivir? Se pregunta el sabio pueblo.
El proceso de democratizar la ciudad y hacerla
vivible, amable y justa no es tarea exclusiva de un alcalde, alcaldesa o
determinada figura de gobierno, el poder popular y los movimientos sociales
deben plantearse una política clara sobre el concepto del Buen Vivir, con un
programa estratégicamente estructurado en el propósito de hacerle protagonista
de dicha transformación. Nuestro pueblo ha sido el constructor histórico de las
ciudades, pero desde la perspectiva de la clase dominante, con todos los
privilegios que esta aspira en sus prácticas comerciales. Con esa misma
capacidad, ese pueblo organizado debe concebir y diseñar ciudades para el Buen
Vivir, con un uso adecuado y justo de las tierras urbanas y agrícolas, viviendas
dignas adecuadas a su forma de vivir, con espacios para la vida pública fraterna,
con garantías plenas para el desarrollo multidimensional de la sociedad, en lo
cultural, productivo, académico, recreativo, deportivo, político, etc. Concebir
y diseñar estas nuevas ciudades es tarea del pueblo organizado, la construcción
de las mismas se hará de la mano de un gobierno o autogobierno comprometido,
socialista, que se plantee la revolución urbana y territorial como un asunto
fundamental para refundar la patria.
Consejo comunales, comunas, círculos populares de
lucha, movimientos de pobladores, juventud organizada, agrupaciones culturales,
movimiento obrero y estudiantil… vamos juntos por la ciudad nueva.
¡Sí es posible! Un pueblo organizado en torno a una
política clara es altamente dinamizante y se enrumba a la conquista del poder
político. Es momento de transcender, como movimiento popular, hacia una
organización de base que nos permita concebir esa ciudad que nos exprese como
sociedad nueva, como colectivo que aspira la mayor suma de felicidad posible, con
mentalidad de empoderamiento popular.
Todos y todas al debate y la organización!!! Pensemos
y hagamos nuestra Ciudad para el Buen Vivir!!!
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